sábado, agosto 20

Empecemos.



No sé para quien va dirigido esto, pero tengo la sensación de que he de escribirlo. En una sociedad en la que el materialismo está matando nuestra alma, es necesario.
Empecemos. Hoy he mirado a ese árbol, el que siempre ha estado ahí, y sin razón aparente, han entrado en mi mente las siguientes preguntas: “¿Por qué ese árbol tiene hojas?”, “¿Por qué ese árbol nos da la vida?”. Algún biólogo podría contestarme con tecnicismos, pero ese no sería el porqué ni mucho menos, sólo sería el cómo. Tal vez algunos biólogos piensen que pueden acercarse a conocer el porqué de la vida, pero saber que una persona es morena y lleva gafas no te hace conocerla. (Todo mi respeto a los biólogos, xD)
Supongo que escribo todo esto porque no me fio de mi mente. Porque temo que mi mente olvide todas estas ideas.
¿De verdad mis ideas (si es que puedo decir que son mías) tienen el valor suficiente como para ser escritas? Lo dudo mucho. No me creo ni mucho menos único, eso sería terrible. La soledad que alberga la unicidad sería demasiado para mi mente. Además, es imposible que sea único, ni yo ni cualquier persona que actualmente viva dentro de un sistema, sea cual sea. Ya que desde el primer día de nuestro nacimiento estamos recogiendo información ajena a nuestro cerebro.
La unicidad, bajo mi punto de vista, requiere un ambiente asocial, un ambiente sin sistema (o en contra de éste), un ambiente en el que todos los cerebros debiesen crecer por sí mismos y sin influencias, desde mi punto de vista, la mayoría negativas. En ese ambiente podría destacar una mente única. Y no lo digo por decir.
 Pero cuando empezase a destacar cualquier persona, llegaría el sistema haciendo gala de su (falsa) generosidad, e intentaría sacar dinero de este cerebro que alberga el Don.

No hay comentarios:

Publicar un comentario